El blanco para quien lo quiera
En la última página de La primavera de Praga (1968), Miguel Delibes preguntaba a su interlocutor imaginario: "¿Por qué será que los campos de fútbol se parecen tanto unos a otros? ¿No se ha fijado usted?" . Pues sí, la historia se repite; básicamente porque ahora, más de medio siglo después, ante las novísimas remodelaciones de los estadios propiedad de los mejores equipos del mundo, también se comenta lo mismo. Que son todos iguales, dicen. También dicen que ahora las casas son todas calcadas: todo reviste un color blanco nuclear dañino para la vista, donde se busca una iluminación ideal, una tele bien hermosa y una constante fragancia de ambientador. Porque, claro, como todo el mundo sabe, ninguna casa española antigua tenía (o tiene) un suelo de terrazo, una mesa camilla, un toro de trapo encima del televisor y un cuadro religioso en la habitación. En fin, son sólo dos ejemplos de que la historia se repite porque se repite el mismo tipo de gente. Aunque, si soy sincero, ...