Ramón Carcamales

 
Ramón Tamames en el Congreso de los Diputados, 21-03-2023 (fuente: Eduardo Parra / Europa Press)

Los yayos son los mejores. Dicen -y pueden decir- lo que les da la gana, como y cuando quieran. Porque para eso son viejos. Eso es así.

La semana pasada hubo una moción de censura -sí, otra más- en el Congreso de los Diputados contra el Gobierno de Pedro Sánchez a cargo del partido político ultraderechista Vox. Esta vez la idea se constituiría de manera más transversal y diferente: como candidato a la presidencia aspiró el economista y expolítico Ramón Tamames, integrante del Partido Comunista de España hasta 1981. La verdad es que, en conjunto, es una fumada de rigor. Eso es indiscutible. Un señor de 89 años, que no participa de manera activa en la política desde hace varias décadas y que, como culmen del asunto, discrepa abiertamente de varios de los puntos defendidos por la formación liderada por Santiago Abascal, como pueden ser el cambio climático o las Comunidades Autónomas. Mis más sinceros respetos, ni siquiera una legión tuitera podría haber igualado semejante nivel memístico.

Independientemente de la seriedad o formalidad de la cuestión, hemos de reconocer que las horas de gloria que este señor ha depositado y regalado -bueno, regalado no, su discurso está en Amazon- a los medios de comunicación han sido sublimes. Repletas de momentazos. Momentazos bien. Como cuando en medio de una intervención de Sánchez, pidió la palabra -aceptándole la petición la presidenta de la Cámara, no atisbo a entender el porqué- y exclamó el ya celebérrimo "tocho de veinte folios" del presidente. La estaba viendo en directo -de hecho perdí la cartera cuando me bajé del autobús por no estar pendiente de lo que tenía que estar- y no pude evitar una honda carcajada interna. O, para mí lo mejor de todo, sus mensajes dirigidos a algunos diputados (léase Patxi López, Joan Baldoví) con intención de apaciguar el tono de sus señorías y el ambiente respirado allí en cualquier día en que haya lío -con el consabido gesto condescendiente por parte de los aludidos-. Es que no te puede caer mal. Tú puedes estar o no de acuerdo con toda la que se ha montado, ahora bien, me pareció un tipo mayormente brillante y con unas dotes todavía consigo que merecen al menos un cierto respeto. Por respeto a los años, aunque sea.

La moción nació muerta antes de producirse y fue una absurdez. Un hecho que ahora en perspectiva parece haber aupado inconscientemente a las pretensiones partidistas de la vicepresidenta Yolanda Díaz, jugando bien sus cartas con respecto a su cohabitante morado. El juego político, siempre con una vuelta de tuerca. Y una persona mayor, siempre riñendo para enseñar a los jóvenes -o menos viejos- cómo se debe ir en la vida.

Alfonso G. Mengual


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